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"Nada podemos esperar sino de nosotros mismos"   SURda

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25-01-2013

 

 

 




Gracias por el fuego

SURda

 

 

 

Fernando Moyano

 

LA VIOLENCIA POLÍTICA EN EL URUGUAY DE LOS SESENTA Y SETENTA


SURda, en El pecado original o la desesperación de la derecha uruguaya, hace un comentario sobre el libro de Alfonso Lessa “ El pecado original ” , sobre el golpe de febrero de 1973.

En este marco, se denuncia el carácter ideológico de la interpretación que hace el pensamiento de la derecha uruguaya sobre ese proceso histórico, del cual el más representativo podría ser Sanguinetti, "La agonía de una democracia" .

En realidad, la historia SIEMPRE es interpretación, siempre es desde el presente, y siempre desde un tomar partido en las pugnas del presente.

Pero hay formas y formas; hay quienes recurren a la historia para investigar y desde allí construir ideas necesarias, hay quienes quieren tomar de los hechos del pasado lo que les pueda servir en la pequeña pelea puntual, y los hay también que en forma oportunista solamente quieren sacar algún provecho carrerista siguiendo la moda intelectual del momento.

En el Uruguay de hoy, realmente, vemos MUY POCO de lo primero, BASTANTE y MUY MALO -burdamente ideológico- de lo segundo, y DEMASIADO de lo tercero: libros casi idénticos sacados a las apuradas para atender el interés ocasional en los personajes políticos del momento, por ejemplo. Y esto no es solamente en la derecha.

Con todo eso se va formando una especie de “historia oficial”. Los distintos libros de los últimos años sobre la guerrilla de los 60-70, sus organizaciones, sus personajes, su evolución posterior, etc.. apuntan generalmente al mismo concepto, ese que que Lessa llama “la revolución imposible”.

El movimiento revolucionario de los 60-70 habría sido un “error histórico” , producto de la impaciencia, de la incomprensión de las condiciones propias del país, del trasplante de ideas tomadas de otras realidades, o de las desgraciadas circunstancias .

En todo caso eso sería obra de GENTE QUE SE EQUIVOCÓ. Y como hay varios protagonistas de los hechos de aquellos años dispuestos a endosar esa tesis a modo de expiación, y como además es evidente que alguien se equivocó en algo , ya tenemos cerrada la historia oficial.

Los errores son errores, no hay nada que explicar. La “investigación histórica” se detiene allí.

La "interpretación policial de la Historia", como la llama Daniel Bensaid, está centrada en las intrigas, los planes , las conspiraciones, las traiciones. Pero hasta el policía hoy tiene a su lado al "criminólogo ", que trata de trascender el hecho puntual.

Resulta curioso que haya investigadores extranjeros que puedan hacer aportes mucho más sustanciosos sobre nuestro pasado reciente que toda la academia uruguaya. Probablemente sea porque no estén tan ansiosos de hacer buena letra para la historia oficial instaurada en este país.

Aquí quisiera comentar el libro del joven historiador español Eduardo Rey Tristán: “A la vuelta de la esquina. La izquierda revolucionaria uruguaya, 1955-1973” publicado en 2005 en España y 2006 en Uruguay. Esto es lo que podr í amos considerar un estudio serio. El único antecedente parecido que conocemos es "Ecos revolucionarios : luchadores sociales, Uruguay, 1969-1973" de Rodrigo Véscovi, también residente en España.

El libro de 450 páginas contiene un análisis de coyuntura nacional e internacional, marco histórico, nacimiento de la nueva izquierda revolucionaria, estudio detallado de los distintos grupos -armados o no- dentro del espectro de la extrema izquierda, sus relaciones mutuas, los frentes de masas, y algunas conclusiones generales.

El tratamiento de los distintos grupos es exhaustivo y respetuoso (se cuentan 25 grupos), hay una extensa bibliografía de casi 200 obras (algunas ausencias, no esperaríamos el milagro de ver all í el trabajo inédito y clandestino "E l Foco" de Raúl Cariboni , 1972, pero ta mpoco están Jorge Torres ni Jorge Zabalza) , más 25 periódicos y diez archivos documentales, y 40 entrevistas con cerca de 100 horas de grabación.

Lamentablemente, el estudio se detiene en 1973. El período 1973-1978, casi desconocido, es sin embargo de ENORME importancia histórica y política para comprender el problema de la lucha revolucionaria en nuestro país, y también los problemas del presente. Ese desconocimiento tampoco es casual. De ese tema nos ocuparemos en OTRA nota, no ahora.

Nos interesas en cambio algunas reflexiones que se pueden sacar de su capítulo “La violencia política” . Nos interesa antes que nada por la forma de abordaje del tema.

Este capítulo contiene inusuales cuadros estadísticos sobre las acciones de violencia política clasificadas por año, grupo, y tipo de acción. Para ello el autor sigue una metodología adaptada de una investigadora argentina, María José Moyano (aclaro que me es totalmente desconocida) en un trabajo “Argentina, guerra civil sin batallas”.

Esta referencia permite además la comparación por índices relativos a la población. En los periodos estudiados, que son aproximadamente coincidentes aunque no totalmente, Argentina tuvo una acción cada 1020 habitantes, Uruguay cada 2377. En relación a las muertes en acciones callejeras, Argentina tuvo un muerto cada 2637 habitantes, Uruguay uno cada 19663.

Vamos a hacer más claro al lector este galimatías numérico, poniendo cabeza arriba las cifras en relación a los datos censales manejados: 23 millones y pico, y cerca de 2,6 millones para cada país.

Esto significa verlo así: acciones y muertos por cada millón de habitantes en todo el período, e índice proporcional tomando Argentina=100:

Por millón de habitantes: Acciones   Muertes en acciones callejeras  10M/A

 

ARGENTINA                       980 (100)                   387 (100)                          4

URUGUAY                     420 (  43)                  51 ( 13)                            1


Sepa disculpar el lector la frialdad de los números en hechos tan dramáticos, pero de alguna forma hay que abordar el tema, y de alguna manera contestar a los supuestos científicos sociales que dicen basarse en hechos objetivos.

Esto significa que el GRADO DE VIOLENCIA POLÍTICA es en Uruguay menos de la mitad que en Argentina medido en general, y poco más de la décima parte medido en sus hechos extremos. Lo que es una representación coherente y comprensible del fenómeno.

Estas cifras son tan relativas como todas las cifras, pero no son extrañas ni sorpresivas. En su tendencia general pueden ser confirmadas de muchas maneras.

Argentina tuvo 30 mil desaparecidos para 23 millones de habitantes, Uruguay, para 2 millones y medio, tuvo algo más de cien, de los cuales una treintena fueron en territorio uruguayo, aunque las últimas investigaciones permiten suponer que esa última cifra es algo mayor por el secuestro, repatriación y asesinato posterior de los casos de los vuelos de la muerte.

En relación a la población, Uruguay tuvo la DÉCIMA PARTE de los DESAPARECIDOS que tuvo Argentina. En contrapartida, tuvo mucho mayor proporción de PRESOS POLITICOS (que en muchos casos son muertes posteriores en prisión .

Hemos agregado un índice de " mortalidad ". Aclaremos. por las dudas, que esto que vamos a decir no es la realidad , es una inferencia de nuestro modelo matemático hecho para tratar de entender la realidad . Es u n índice comparativo : si 10 acciones en Uruguay nos cuestan 1 muerto, en Argentina nos cuestan 4.

No tiene mucho sentido comparar a Uruguay con El Salvador o Colombia, pero sí con Argentina por las similitudes en estructura social, historia, cultura, y psicología de masas. Y lo que vemos acá, y podemos verlo de muchas maneras, es que en Uruguay se pudo contener durante unas seis décadas del siglo XX el grado de violencia de la lucha de clases. Lo que Carlos Real de Azúa llamó la sociedad amortiguadora.

La comparación con Argentina nos permite tener una visión más clara del fenómeno, más teniendo en cuenta que la violencia emergente en esos años obedece a causas sociales similares.

Tengamos en cuenta que hablamos de un proceso de surgimiento o recrudecimiento de la violencia, año a año . Rey Tristán señala un crecimiento que multiplica POR 10 los hechos de violencia en el período. Pero en forma muy asimétrica : los actos violentos de la izquierda revolucionaria se multiplican por 7 , mientras que los de las fuerzas de seguridad y paramilitares, por más de 40.

La violencia de la derecha crece seis veces más rápido que la de la izquierda.

Veamos esto en desarrollo en el tiempo. No tenemos las cifras desagregadas de María José, y solo tenemos las de Uruguay. Tomemos las acciones, las muertes por represión, y ese índice de relación que introdujimos.

AÑOS 1963  1964  1965  1966  1967  1968 1969  1970  1971  1972

ACCIONES           3      17      13       8       5       27       64    111   135    172 

en base al 68     0.1    0.6     0.5     0.3    0.2     1      2.4     4.1      5    6.4

 

MUERTES             -       -        -       3       -    3      17     15      22     70

índ.mortalidad    -      -        -       3.8      -     1 .1      2.7    1.4    1.6    4.1

Hemos tomado como pivot el año 1968 . Podemos ver que ANTES, la violencia política permanece estable en un nivel mínimo, hace eclosión en el 68 y crece muy rápidamente, hasta que a partir del 71 sigue creciendo pero a un ritmo bastante menor.

Descartado el hecho circunstancial de diciembre del 66 (caída casual con violencia de un grupo del MLN), vemos que NO HAY muertes hasta el 68. Aún después de este hecho del 66 hay un hiato. Luego del 68 crecen a un ritmo oscilante, y se disparan en el 72, por o bra de la represión .

Vayamos al tema ultra-mezquino de “quién empezó”, que es el planteo por el cual Sanguinetti-Lessa quieren achacar responsabilidad a la izquierda. Tampoco es cierto. El asesinato de Arbelio Ramírez y el atentado contra Soledad Barret preceden en dos y un año respectivamente al asalto al Tiro Suizo que se toma como inauguración de la violencia revolucionaria en Uruguay. Con el agregado de que se trató de una violencia “contra cosas” y no contra personas , como en el caso de la violencia de derecha.

Lo que señala con acierto Rey Tristán es la irrupción brusca y sorpresiva de la violencia, más para Uruguay, con el peso ideológico de esos sesenta años de “paz política y social” del batllismo. En eso descansa la prédica de la derecha, que atribuye esa irrupción a algunas mentes calenturientas.

El “retorno de la democracia” habría vuelto las cosas a su cauce, de allí la condición de guardián que todo el sistema político se atribuye (derecha e izquierda) y la exigencia del santo y seña pacifista para cualquiera que quiera entrar a ese club.

Dice Chuang-tse, filósofo chino del s.IV a.c.:

"Una vez soñé que yo era una mariposa... De pronto me desperté, volví a ser real y verdaderamente Chuang. Ahora no sé si fue Chuang el que soñó que era una mariposa, o si es la mariposa la que está soñando que ella es Chuang”.

La dictadura militar no fue tan linda como el sueño de la mariposa, pero el problema es el mismo.

Uruguay vivía la feliz paz democrática. Tuvo una horrible pesadilla, la violencia política de izquierda y la dictadura militar, y creyó ser parte de América Latina. Por suerte despertó. La noche quedó atrás, volvemos a ser la Suiza de América. Hasta podríamos haber sido la Grecia de América sino fuese porque los griegos se salen ahora del modelo, y nuestros filósofos están desaparecidos.

Uruguay vivía el sueño ilusorio de la paz democrática, la violencia lo despertó a la realidad. Esta es la otra opción del dilema de Chuang.

No pretendemos dar respuesta a este dilema. Tan solo trasladar acá el posible aporte de Rey Tristán, que tiene posición tomada al respecto. Pero antes, veamos el tema de la distribución interna de la violencia pol ítica de izquierda .

Sobre 500 y pico de acciones del período, Rey Tristán contabiliza: 3.6% al Coordinador, 53 al MLN-T, 2.5 al OPR-33, 1.4 al FARO 0,5 al FRT, y casi el 40% “sin identificar” . (Rey Tristán omite otros grupos, pero eso no es significativo en ese período ).

La aparición posterior del libro de Juan Carlos Mechoso (recientemente desaparecido y homenajeado por su barriada obrera) Acción directa anarquista. Una historia de la FAU, permite otorgar autoría a algunos hechos de esa masa anónima, pero según Rey Tristán no cambia significativamente la tendencia.

¿Estamos ante un “actor sin nombre” agregado, y además “segunda fuerza”?

El método de distribuir estos actos por extrapolación de la distribución de los conocidos, que Rey Tristán apenas sugiere y que elevaría la participación del MLN al 75%, no nos convence en absoluto, por dos razones.

En primer lugar por el peso relativo en las cifras primarias de este “actor sin nombre”, que le quitaría rigor al método. Si con todo el rigor de la investigación quedó un 40% sin identificar, el perfil del 60% no es extrapolable al 100.

En segundo lugar por el desarrollo en el tiempo . Hablamos de grupos que están en proceso de organización y definición, de diferenciación entre ellos, con fracturas y “pases” de uno a otro que fueron muy importantes. El propio Rey Tristán habla de “varios MLN-T”. Y por sobre todo, hablamos de grupos con periferias activas dentro de ese proceso de formación. Hablamos en muchos casos de grupos que se definían en función de la acción , no que definiesen la acción a partir de resoluciones de una dirección constituida. Hablamos de un vivero .

¿Cómo ocurrió la violencia política en Uruguay? Mentes calenturientas o no, ¿fue un producto de algunas mentes? ¿Es así como ocurren las cosas, más allá de las leyendas y la historia oficial?

Rey Tristán aporta un elemento muy interesante para abordar esta interrogante, el caso de los mártires estudiantiles. La violencia represiva provoca muertes de militantes antes de que la acción de los llamados grupos guerrilleros se hubiese planteado ese grado de violencia. Plantea entonces “la hipótesis del crecimiento y desarrollo de esos últimos gracias a la radicalización social y política del Uruguay, algo en cuyo inicio las organizaciones armadas no tuvieron responsabilidad directa. La represión estudiantil, las muertes producidas, constituyeron probablemente un impulso importante para muchos jóvenes, que en los siguientes meses se unieron al MLN-T (sobre todo), siendo parte del espectacular desarrollo cuantitativo de esta organización desde 1969”.

Nadie pretende descubrir la pólvora con esto, por supuesto, más que sabido es. Solamente queremos aplicarlo para leer de otra manera ese 40% “sin identificar” en relación a como se descubrió la pólvora en esos años.

Acá tenemos dos hipótesis.

Una es la hipótesis mesiánica, organo-centrista . Unos personajes políticos pensaron en un camino armado, crearon organizaciones, se lanzaron a la acción, y lograron reunir tras de sí una tropa de varios miles.

La otra, la hipótesis social . La violencia polític a fue producto de las condiciones históricas y sociales, tuvo varias formas de expresión que se combinaron sobre la marcha y se alimentaron mutuamente. El encuadre político-organizativo es una forma de satisfacer la demanda social de la acción , y muchas veces no es suficiente.

Queda claro que la HISTORIA OFICIAL sostiene la primer hipótesis .

Esa posible distribución 60/40 , en la cual sin duda el componente inorgánico está sobre-representado, aun reduciéndola a cifras más modestas (mayor componente encuadrado, menor componente inorgánico, sea 70/30, 75/25...) es impresionante, porque marca un techo altísimo para cualquier hipótesis de este tipo. Muestra la fuerza del impulso social y la debilidad de la estructura organizativa.

Vamos a plantear la sigiente hipótesis : en esa masa de acciones "sin identificar hay un componente de violencia espontánea aún sin enc uadrar, que en muchos casos se encuadra después de la acción.

También hay que considerar que no siempre el destino del activista no encuadrado es encuadrarse. A veces se retira de la acción . Así, hay una masa flotante que se va renovando. Y también ellos mueren.

Vamos a reforzar esta hipótesis con hechos muy conocidos.

En primer lugar, la existencia de “ acciones salvajes” entre las acciones notorias del período. Es el caso, por ejemplo, de la famosa “garrafa de Avenida Suárez”.

Unos jóvenes activistas, sin ningún cuadro conocido de las organizaciones armadas, intenta colocar en la casa presidencial una bomba casera. Esta acción no tiene nada de “profesional”. Estos activistas, después de haber fracasado y en la cárcel, se integrarán a una organización guerrillera. La clasificación misma es a posteriori de la acción. La acción va por delante.

En segundo lugar, el acontecer del “ abuso ”. Es el mismo fenó meno, pero visto desde la óptica central de la organización. Hacia 1970 el MLN sufría serios golpes represivos, gran parte de su aparato y de su dirección caen presos. Tiene que hacerse cargo una dirección más inexperta, con muchos problemas.

Esto no detiene el crecimiento de la organización . Por el contrario, al salir de la cárcel la vieja dirección en la fuga del 71, se encuentra con una organización “engordada”, en la que el crecimiento sin criterio traerá serios problemas para el trabajo clandestino subsiguiente. Un año después esos mismos contingentes están nuevamente presos.

Esta vez la organización no se recupera del golpe sufrido.

¿Qué ha cambiado? Dos cosas. Una, el TIPO de represión por parte del Estado. Las fuerzas armadas desplazan a la policía en abril de 1972.

La misma organización armada que había resistido la represión pensada contra la violencia social espontánea , no logra sobrevivir a la represión pensada contra una organización armada profesional.

Pero se supone que para eso está la organización armada profesional. La organización armada no logra asumir el rol que le correspondía, y por el cual había salido a escena, por el cual se justificaba a sí misma como organización armada profesional en tanto tal, diferenciada. (Tupamaros y no “tapamuros”).

Esto no es un problema específico del MLN, ni tampoco es una insuficiencia exclusivamente organizativa.

Representa la falta de capacidad POLÍTICA de respuesta de TODA la izquierda revolucionaria uruguaya a la organización de la violencia social necesaria.

De la misma forma en que la violencia social espontánea desbordó por un momento la capacidad represiva policial (hasta que la policía pudo efectivamente desarticularla desarmando su cabeza política en el 70-71, por métodos estrictamente policiales, o sea SIN RECURRIR A LOS MÉTODOS PROPIOS DE LA GUERRA), la violencia social espontánea también desbordó a las organizaciones políticas por adentro, las ARRASTRÓ a un funcionamiento inconsistente que expuso peligrosamente todas sus fallas.

Lo que es muy evidente es el fracaso de la metodología prepotente levantada como bandera en los Documentos del MLN (escritos por Fernández Huidobro). En ellos se sostiene que el accionar armado de la organización "guerrillera" cambiaría el panorama político del país "obligando al gobierno a reprimir al pueblo" y poniendo a las organizaciones políticas reformistas ante la disyuntiva de pasar a ser irrelevantes o quedar a la cola de la organización armada.

Y este es el segundo cambio habido.

Porque el resultado fue exactamente al revés . El fracaso del MLN, que ya se veía, sumado al nivel creciente de represión, dio nueva vida al reformismo , y fue la organización armada la que terminó marchando a la cola de la táctica electoral de la que no mucho antes se mofaba.

El vacío dejado por la derrota del MLN no pudo ser llenado por las organizaciones menores, y esto se debe a varias causas. No en todos los casos fue solamente por incapacidad propia.

Los desprendimientos del MLN fueron muy tardíos.

FARO era un grupo pequeño pero de un perfil diferente, ya que integraba la lucha política y sindical, al ser una estructura vinculada al MRO; su problema puede haber sido su PROXIMIDAD al MLN.

OPR-33 es un caso más interesante aun, ya que es una estructura vinculada a la vertiente anarquista con una fuerte implantación clasista, una actividad orgánica en el movimiento obrero que vale por sí misma, una tradición política, y combina distintos niveles de violencia; es tratado responsablemente por Rey Tristán; los problemas posteriores de esta vertiente son capítulo aparte.

Por nuestra parte, en esos años formábamos parte de otra organización estudiada con mucha veracidad por Rey Tristán: el MUSP . Como explica este autor, esa organización no pasó en el terreno armado del nivel preparatorio y logístico, pero sí tenía una importante trabajo de masas, en el que incorporó un particular estilo propio semi-militar en las acciones callejeras.

Contaba con una periferia importante en los frentes de masas. No la hubiese podido tener si ese estilo de organización rigurosa de las accio nes de masas no atendiese también a una demanda social de la época, la demanda por métodos de autodefensa de masas que se correspondiese con el nivel de represión que comenzaba.

El MUSP sucumbió por otras causas, bien descriptas en el trabajo de rey Tristán, el sectarismo y el colapso de su núcleo interno. Pero corresponde agregar otro elemento más no mencionado: el dogmatismo con que rechazaba sin más aquellas acciones de violencia superior por su forma y por su carácter extemporáneo , sin saber como ofrecer a cambio otra forma a su contenido , no en el terreno de la teoría (en la que comp artía más o menos con el MIR la i dea de "guerra popular prolongada") sino de la acción. Desmembrado el núcleo, la periferia sería captada por otros centros.

Resulta curiosa la omisión del MM -Movimiento Marxista- en los grupos mencionados cuando una de las fuentes principales en la investigación sobre el MUSP ha sido Julio Louis, quien creó esta otra organización DESPUÉS de alejarse del MUSP. El MM, a diferencia del MUSP, sí tuvo un muy modesto accionar armado. Seguramente está subsumido en los "sin identificar" de Rey Trustán. (Aclaramos al lector suspicaz que estos son hechos absolutamente conocidos, juzgados y penados en aquel tiempo).

 

Vayamos mejor a las CAUSAS de esa violencia política emergente. NO SE DEBE al accionar de direcciones políticas mesiánicas, ya hemos visto que es al revés, la violencia social espontánea crecía más allá de la capacidad de encuadramiento de las direcciones políticas existentes.

Rey Tristán señala, además de la radicalización social y la influencia internacional, dos elementos importantes.

Tomando un criterio de Marc Ross ( La cultura del conflicto ), ve al conflicto como una pauta cultural que define lo que la gente valora , las normas, prácticas, y formas adecuadas de comportamiento. Toma de Felipe Arocena (Violencia política en el Uruguay de los 60) frontera temporal de no menos de cien años para extinción de una pauta cultural de este tipo, y por lo tanto las guerras civiles del borde de los siglos XIX-XX entrarían.

Esto no es caprichoso en absoluto, es la supervivencia en el imaginario colectivo de pautas culturales precedentes que no se han apagado ni han perdido su valor legitimante, porque no han muerto aún en la historia oral de tres o cuatro generaciones.

Como todos sabemos, el discurso tupamaro apeló a la simbología remanente de "la tierra purpúrea" detrás de la práctica social batllista ya decaída en aquel presente. Pero ¿por qué pudo hacerlo? ¿Por qué tuvo un resultado tan impresionante en términos de unos pocos años, superando a la izquierda tradicional amoldada a esa cultura política batllista?

No le pidamos la respuesta a Sanguinetti y Lessa. 

Dice con mucho acierto Rey Tristán que la cultura batllista de la paz social se había deslegitimizado a sí misma al cerrar todas las oportunidades al cambio social, al cerrarle los caminos de crecimiento electoral a la izquierda, por ejemplo.

Se suman tres elementos para esa pérdida de legitimidad:

1) Falta de respuesta a la crisis económica y social, y falta de políticas sociales que atendiesen a la demanda insatisfecha de los sectores subalternos.

2) Abroquelamiento institucional conservador que encerraba a la izquierda no violenta en un callejón sin salida.

3) Represión.

Si queremos comprender la eclosión de la violencia política, debemos prestar atención a este PECADO ORIGINAL DE LA DERECHA.

No es algo casual, tampoco. No es el comportamiento de una derecha liberal madura que sepa hacer espacio al disenso consentido, como las derechas europeas a las que pretende tomar como modelo. El "Estado de bienestar periférico" es mucho más flaco en su base de redistribución posible, mucho más corto de miras en su acuerdo social, mucho más intolerante. E intolerable.

Porque a todo lo anterior debemos sumar la existencia de una importante cultura radical de izquierda que es previa e independiente a la aparición de las organizaciones armadas. La Revolución Cubana la potenció , pero no se trataba de un simple reflejo, calco y copia.

El problema para esa izquierda era ¿Qué hacer?

Hemos tomado en préstamo acá el título "Gracias por el fuego", de una novela de Mario Benedetti, 1965, es decir pensada y escrita en los tempranos 60 y reflejando la mentalidad de un sector de la izquierda en aquel escenario, y como se ve a sí misma. La investigación sobre la mentalidad de una época incluye también la investigación literaria como método.

En un pasaje de la novela, un burgués industrial y cínico de derecha dialoga con su nieto estudiante universitario de izquierda y le dice:

"No me hagas reír ¿A quién van a poner bombas ustedes, lactantes, nenes de mamá, marxistas de ojito? ... pertenecen a una generación debilucha, novelera, frívola, habituada solamente a repetir frases hechas, incapaz de pensar por su cuenta. ... coleccionan signos exteriores de rebelión, ... Creen que la revolución es andar sin corbata. ... Una cosa te digo. Es más probable que algún día un obrero al que yo despida o insulte,... compre luego un revólver, vuelva hasta la fábrica y me pegue un tiro; ... y no que suceda algo tan descartable y tan insólito como que tus izquierdistas de café se pongan de acuerdo, armen al fin el rompecabezas de sus escrúpulos y matices, y decidan ponerme una bomba en el Impala" .

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El hijo de ese burgués y padre de ese estudiante es espectador mudo de esa escena. En los ojos y la sensibilidad de Benedetti, es la izquierda de aquel momento que se vio empujada a la acción, y encontró legítima la acción armada . No solo lo dice la escena, lo dice el título de la novela con toda claridad, y la actividad política personal de Benedetti.

Aquel proyecto armado fracasó. Pero logró devolverle a la izquierda uruguaya un respeto por sí misma, y una credibilidad ante el pueblo y ante la propia burguesía, que no se sintió ya tan segura de que "algo tan descartable y tan insólito" le fuese a pasar con el Impala, BMW o Mercedes.

Sin ese giro, nunca hubiese habido un gobierno del FA ni un ex guerrillero de presidente, haya resultado lo que haya resultado eso en definitiva, que es otra historia.

Pero el mito mesiánico y heroico no solo hizo un daño enorme al contribuir al fracaso armado. Tenemos en el presente dos secuelas de él.

La primera es obvia: Esa gente sentada en esos sillones, que llegó a caballo del mito , sostenido incluso por los que discrepaban con esas personas , pero no con en embanderamiento del mito.

Pero hay otra consecuencia dañina que subsiste en el presente.

El dolor, la frustración, la rabia, sigue impidiendo pensar críticamente. Hoy es imprescindible romper con el mito en su variante negativa, también. No podemos centrar nuestra interpretación histórica en la traición.

"Si un traidor pudo más que unos cuantos" lo que deben hacer esos cuantos es "buscar una cultura diferente".

Para pensar seriamente en las causas sociales y políticas de la derrota debemos dejar atrás de una buena vez la interpretación policial de la Historia.



 
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